(Viaje a Lisboa 14) Le tengo que reñir. Le tengo que reñir por pobre. No puedo estar más de acuerdo con su amigo viajero daltónico. ¡Recoger cosas de la basura como un mendigo! Mi querido amigo, todos y usted más que nadie, debemos aspirar a la perfección y a la belleza. Acercarse a un contenedor a rescatar una bolsa de deporte, por muy nueva que estuviera, es un acto indecoroso. Tiene usted que coincidir conmigo a la fuerza. ¿Le hace falta dinero? Yo se lo doy. ¿Quiere usted algo? Yo se lo compro. Pero no me vaya por los contenedores de la mierda buscando reliquias. Sigue leyendo
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Adiós vieja Lisboa
(Viaje a Lisboa 13)
Me gusta Lisboa precisamente por lo que no les gusta a los alemanes: por su aire decadente, por el aspecto de que se vaya a caer en cualquier momento, de que un maremoto se la lleve, de que un azulejo de sus fachadas se desplome y me dé con el pico en la coronilla, por la ropa tendida a la vista del mundo, de un mundo que son turistas que llevan chanclas con calcetines -inequívocamente british o german people-. Sigue leyendo
Belem
(Viaje a Lisboa 12)
Otro día lisboeta. Hoy casi día de turista típico, pero es lo que querían los alemanes que les contara porque me dijeron que eso que les estaba enviando, que si tabernas singulares, que si mercadillos, que nanai (nein nein, en alemán, qué curioso ¿vendrá de los visigodos?). Sigue leyendo
La damisela a caballo
(Viaje a Lisboa 11)
Después de la noche de tíos que paran toros con el pecho, hoy ha tocado un poco de turismo e investigación para los alemanes; Frau Merkel paga. Como voy casi de la mano de un portugués, gallego dialectal concretamente, no me he preocupado por perderme. Sigue leyendo
Feliz no cumpleaños
(Viaje a Lisboa 10)
Amigo Simeón, ha llegado a mis manos a través de nuestro común amigo Nando el relato de su aventura con el gordo pellizcón y las magdalenas. Y he de decirle que en ese relato que vd hace hay algo como secreto. Sigue leyendo
Un gordo lobotomizado
(Viaje a Lisboa 09)
Mi querido amigo:
¿Que les atacó un gordo lobotomizado? ¡Válgame el Señor! Eso me da un miedo grandísimo y es una de las principales causas por las que vivo recluido en mi patio. Huyo de los tontos y los feos. El asunto de los feos se abordará detenidamente en el futuro. Hoy le contaré la tragedia que viví con un loco lobotomizado. Sigue leyendo
El gordo
(Viaje a Lisboa 08)
Al salir de la plaza de toros nos atacó un gordo. Debía pesar unos 200 kilos y estaba algo lobotomizado. El que peor lo pasó fue nuestro estimado daltónico-falso, al que le dio un pellizco y se tuvo que refugiar detrás de un niño chico portugués. No diré más para no hacer sangre. Sigue leyendo
Jugar al toro
(Viaje a Lisboa 07) A las puertas de la plaza aún se juega al toro. Curioso, todo es rojo: el carrito del niño, la camisa del padre, del hijo en el carrito, la camisa del niño, los calcetines… y el autobús del fondo. Hay quien paga por que lo monten en un autobús rojo de Lisboa sightseeing cuando la verdadera Lisboa juega al toro delante de él.
La taberna-escusa
(Viaje a Lisboa 06)
Mi querido amigo:
Me abruma con sus informaciones. Usted escribe ¡a la velocidad que ve! Yo, en cambio, soy de tránsito intestinal lento. Mis obligaciones para con mis plantas y mis canarios tampoco me dejan el tiempo que me reclaman sus ojos. Le diré, no obstante, que me alegra ver parte del mundo exterior anclado en el XIX como lo estoy yo. Eso me lleva a pensar que no todo está perdido, que la civilización puede tener salvación. Sigue leyendo
Vinhas
(Viaje a Lisboa 05)
Ha llegado María José, la consorte de la OTAN, nos ha recogido en el hotel a los cuatro del azulejo y nos hemos ido a ver los forçados a la plaza de toros de Campo Pequenho. Digo los forçados porque los señoritingos a caballo que actúan antes que ellos no nos interesan a ninguno de los que íbamos. Ahora bien, ha actuado a caballo una especie de enano -me persiguen- que la consorte de la OTAN nos ha dicho que es producto de un lío de faldas de no sé qué rejoneador portugués. Sigue leyendo