Bye bye Tokio

(Los huesos del señor Taga 07 y fin)

Maleta

Mi maleta, la envidia de todo el aeropuerto de narita

Desde el aeropuerto de Narita me pregunto qué quiere en realidad ese escritor in pectore alemán para el que ando escribiendo textos a su mayor gloria y que me tiene dando vueltas por el mundo. ¿Nuevos encargos? ¿Nuevos viajes? Ni idea. Sigue leyendo

El huerto de tita Michiyo

(Los huesos del señor Taga 06)

El huerto de tita Michiyo

Ya hemos enterrado al muerto y acabado el convite posterior. Me voy. Vienen dos tifones uno detrás de otro, cosa rara, será Fukushima. Está la cosa que pega tiros. Vuelvo a España porque además quiere verme el alemanuco para el que escribo textos, ese escritor de postín que me roba mis ideas, mis textos, mis informaciones, y me paga en marcos devaluados de la República de Weimar. Lo mismo me manda a Fernando Poo o me hace que le dé una vuelta por la España viento en popa de Montoro. Sigue leyendo

Polvo somos

(Los huesos del señor Taga 05)

Mi abuela en su cocina y con su mandil.

Mi abuela en su cocina y con su mandil.

Mi querido Nando, ¡ay, perdone mi tardanza en responderle! Sinceramente es que no sé qué decir en estos casos y a mí, por otra parte, los entierros me dan mucha risa y entiendo que no son momentos para reírse. Digo que me dan mucha risa porque por fortuna he ido a pocos y casi todos lejanos, imposiciones sociales que se deben atender en las que siempre pienso qué hago allí molestando a quien está sufriendo por la muerte de un ser querido. Sigue leyendo

Sayonara sr. Taga

(Los huesos del señor Taga 04)

huesos

Llevo demasiados entierros últimamente. Le estoy dando un gran uso a unos zapatos negros que me compré en Granada y que, cuando los compré, califiqué como “de viudo”. He metido en el hoyo en tres años a dos tíos, mi padre, mi madre y ahora el señor Taga. Menudo cachondeo tendrán montado, sobre todo mi madre, una irreverente de tomo y lomo que se escondía en la zahurda detrás de la cocina cuando de niña hacía alguna trastada. Cuando he llegado al templo con los huesos del señor Taga seguro que se habrá carcajeado de la vela que me ha tocado en este entierro. Sigue leyendo

El traje del muerto

(Los huesos del señor Taga 03)

trajeado

Mi geisha, pensando que yo era un descamisado y un yeyé, me ofreció que para el entierro del señor Taga, su padre, me pusiese un traje negro de los que ya no le van a hacer falta a él, al muerto, para que nos entendamos. Jodorowsky tiene trabajo con mi geisha. Consecuencias de la ausencia del padre, un estigma que aparte de Jodorowsky, solo el blog de cine buscandoelhilo.com ha sabido encauzar y explicar. Hecho el pertinente apunte pseudointelectualoide, vuelvo al tema.

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Bajo un toldo de rayas

(Los huesos del señor Taga 02)

Mi querido Nando, ¡lo que le gusta a usted una fiesta! Es ver un alambre tendido entre dos balcones con sus farolillos colgando y tardar lo justo en aparecer usted. ¡Deje algo de tiempo a los feriantes para montar el tenderete! Además ¿no iba a Tokio a enterrar al venerable Sr. Taga? ¿Cómo es posible que en un viaje tan triste tenga usted ganas de verbena? Tantos días en oriente han terminado por hacer añicos cualquier poso de comedimiento y decoro judeocristiano. Está usted “desatao”. Sigue leyendo