(Todo sigue igual 03)
Mi querido Nando, fui yo y no otro quien le advirtió en mi última carta de que las cosas habían cambiado mucho desde su marcha. Pero me temo que no distinguió el sarcasmo. Aquí siempre cambia nada. El cínico sigue con su desvergüenza en el mentir, asentado en la sólida arquitectura de la lisonja que le proporcionan los aduladores mañaneros que anudan nudos de corbata. Sigue leyendo